FIESTA

Siempre me he sentido atraído por la figura de Ernest Hemingway. Primeramente, porque nos llamamos casi de la misma manera (yo Ernesto), en segundo lugar por su profesión de periodista en tiempo de guerras, y en tercero porque su casa en La Habana es uno de mi sitios preferidos en la ciudad.

Por ello, más de una vez he estado a punto de leer alguna de sus obras, pero siempre me queda poco tiempo o me decido por una más reciente.

Hace poco, me puse el reto de leerme un libro por semana. Ha sido difícil, pero fue precisamente un libro de Ernest Hemingway el primero con el que cumplí mi meta.

Fiesta es la historia de un periodista y sus compañeros. Retrata a la generación perdida, esa de autores norteamericanos en París y los personajes son vívidos retratos de la gente en la posguerra.

Todo inicia en París con Jake, un periodista, narrando su historia. Básicamente la vida de Jake se resume a enviar reportes y disfrutar su estancia Europa, pues es de origen norteamericano.

Jake nos cuenta la historia del ilustre Robert Cohn, un conocido suyo, y su vida aparentemente perfecta. Descubrimos, sin embargo, que Robert es un tipo patético, enamorado de Brett, quien es, en mi opinión, el centro de la trama.

Brett, Jake, Robert, Michael y otros personajes se dan cita en las noches parisinas, donde disfrutan de la paz tras la guerra. La mujer, hermosísima, es una verdadera femme fatale, y arrastra al vórtice de sus encantos a cuanto hombre se encuentra. Incluso, Jake tuvo relaciones con ella y ahora es prácticamente su único amigo.

Movidos por la aventura y las casualidades del destino, los personajes coinciden en Pamplona durante la Fiesta de los San Fermines, y es ahí donde Ernest Hemingway hace alarde de sus cualidades como narrador.

Frases sencillas pero acertadas, descripciones detalladas pero no cansinas, llenas de una poética muy particular, llenan las páginas de Fiesta.

Quizás el elemento más cautivador, además del detalle en el ambiente español, la arquitectura y costumbres, sea el de los diálogos. Muy pocas veces me he tropezado con conversaciones tan inteligentemente escritas y a la vez tan cautivadoras como la siguiente (entre Jake y Brett):

—¿Sabes que noto una gran sensación de bienestar, Jake?

—No es para menos.

—Una se siente considerablemente bien al decidir no convertirse en una fulana, ¿comprendes?

—Sí.

—Es algo así como un sucedáneo de Dios para quienes no lo tenemos.

—Hay gente que tiene a Dios —dije—. Y mucha.

—Pues conmigo nunca se han portado muy bien.

—¿Tomamos otro martini?

Fiesta, originalmente titulado The sun also rises, fue una de las primeras piezas de Ernest Hemingway y trascendió no solo por sus cautivadores personajes sino porque, como un escultor, convierte delante de nuestros ojos a la página en una plaza de toros.

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