Desde las primeras palabras, Middlesex es un texto que seduce. Narrada en primera persona con un ritmo envidiable, y a dos tiempos, la novela nos lleva directamente a parajes increíbles del Viejo Continente primero, y luego de la Norteamerica camino a ser industrializada y receptora de inmigrantes.
Nuestro protagonista, con recursos literarios evidentemente homéricos, y con un discurso inteligente que nos hace reír y reflexionar, nos presenta a su familia. Desde sus abuelos griegos que escaparon de un incendio en Esmirna, hasta el nacimiento de Callie, los genes avanzan sin morir de un cuerpo a otro, creando a la criatura extraordinaria que vivió como niña sus primeros años, y como hombre el resto de la vida.