La gente espera que al menos la policía sepa tener el mundo bajo control, mientras que yo por mi parte no puedo imaginarme una esperanza más asquerosa.
¿A qué le temen los adultos? ¿A la muerte, a la vejez, a las burbujas inmobiliarias? La verdad es que nos asusta la incertidumbre, esa cualidad del universo que no permite que las cosas sean como nosotros querríamos que fuesen y que en muchas ocasiones nos desbarata las más sencillas verdades por cuestiones azarosas y absurdas. Así, en el mundo real, es posible que una mujer experimentada en cuestiones de supervivencia muera en un bosque de los Estados Unidos, a pocos metros de donde el grupo de rescate la estaba buscando y, al mismo tiempo, un niño de siete años sobreviva una semana en un bosque de Japón plagado de osos; o que un hombre atraviese todo el país para matar a un profesor, suicidarse y solo dejar una nota donde pide que se alimente a su gato.
Digo esto porque tuve que enfrentarme de muchas maneras a esa incertidumbre con mi última lectura, una novela que jamás habría buscado ni leído por mis propios medios y que solo agarré por una serie de azares que se conectaron entre sí. El día de hoy les quiero recomendar La promesa de Friedrich Dürrenmatt que comienza como solo podría comenzar Twin Peaks: con una niña muerta.